Bodas pequeñas: el arte perdido de invitar
Victoria Cascajares 11.02.2025

Las bodas pequeñas pueden ser una manera maravillosa de recuperar la esencia de una celebración: invitar. Invitar de verdad. No convocar, no pedir asistencia con aportación económica. Invitar en el sentido más clásico y elegante de la palabra: hacer sentir bien a quien viene a compartir contigo un día importante.
Cuando los invitados dejan de ser invitados
Digo esto porque hoy día, en muchas bodas actuales los invitados han pasado de ser protagonistas secundarios a convertirse en una mezcla de atrezzo y financiadores involuntarios.
Las bodas deben ser experiencias especiales para todos, pero lo que veo con frecuencia es lo contrario:
-
Invitaciones que incluyen un número de cuenta bancaria, algo impensable en cualquier otra celebración personal.
-
Fincas alejadas de cualquier población, sin opciones de transporte flexibles.
-
Reglas excesivamente estrictas.
-
Y, por supuesto, la expectativa implícita de que los invitados deben traer color, ambiente y una actitud inquebrantablemente entusiasta.
La boda como un evento autofinanciado
En ningún otro contexto esto nos parecería normal. Nadie celebra su cumpleaños y, en la misma invitación, sugiere hacer una transferencia bancaria en lugar de regalo. Nadie organiza una cena con amigos y al día siguiente les envía un Bizum prorrateando la cuenta. Pero en muchas bodas modernas, por algún motivo, la lógica se suspende. Otra cosa es que familia y amigos cercanos, te quieran regalar dinero y ayudar con esta nueva etapa. Pero en cualquier caso debería ser una elección.
Es cierto que una boda implica gastos importantes. Pero también lo es que los invitados no tienen por qué ser los patrocinadores de la celebración. Si el concepto de "cubierto" se menciona más que el de "felicidad compartida", algo ha cambiado. Las bodas no deberían convertirse en un crowdfunding con etiqueta formal.
Recuperar la esencia de las bodas
En generaciones anteriores, casarse no significaba imponer condiciones a los asistentes. Nuestras abuelas no hacían listas de normas, no exigían un dress code imposible y, desde luego, no pedían un ingreso anticipado en la cuenta. Y sin embargo, esas bodas eran recordadas con cariño porque lo importante no eran las reglas, sino las personas.
Hoy, las bodas pequeñas recuperan esa esencia. No significa renunciar a los detalles ni al diseño, sino entender que una celebración íntima y bien pensada también debe hacer sentir bien a los invitados.
Las bodas "boutique", una opción con sentido
Las bodas "boutique" que es como yo llamo a las bodas pequeñas, íntimas y personalizadas son la mejor forma de devolver el protagonismo a los verdaderos pilares de una celebración: los novios y sus invitados.
-
Son más cálidas y permiten un trato más cercano.
-
Se cuidan los detalles sin que los asistentes se sientan en una producción cinematográfica.
-
Se eliminan imposiciones innecesarias que convierten la boda en un evento agotador para todos.
Tal vez sea momento de replanteárselo. De recordar que una boda es una celebración, no una producción con patrocinadores. Y que, si realmente queremos que la gente venga a compartir nuestra felicidad, lo mínimo que podemos hacer es no hacerles sentir que han pagado la entrada.
Si este es tu modelo de boda, contacta conmigo. Juntos podemos diseñar una boda exclusiva y realmente memorable.